Educador, estadista y promotor de la libertad y el progreso
“La escuela para todos; el colegio para los que pueden; la universidad para los que quieran”
Nace en San Juan, Argentina, un 15 de febrero de 1811. A través de su vida, Domingo Faustino Sarmiento, tal vez uno de los intelectuales latinoamericanos más importantes del siglo XIX, logró desarrollar plenamente sus vocaciones y convertirlas en realizaciones concretas. Su interés por los asuntos públicos lo condujo a la presidencia de su país, Argentina. Su preocupación por la educación del pueblo se expresó en decisivos aportes para la ampliación y el mejoramiento del sistema público de enseñanza en Chile y Argentina; y, como literato, escribió cincuenta y dos libros, entre ellos su obra más célebre, Facundo, que retrata fielmente la identidad de su patria y sus contradicciones.
Sarmiento no pudo tener una educación escolarizada, pero se propuso que esto no le sucediera a nadie más. Es por ello que educar fue su única ambición. Día a día, desde todos los ámbitos y lugares: desde el periodismo, desde el poder, desde el exilio, desde la literatura. Educar en Buenos Aires y en las provincias; en Chile y en Paraguay; educar sin discriminación por causa de raza, de sexo, de condición económica de rango social, de posición política o de creencia religiosa, es decir, educar al rico y al pobre, al hombre y a la mujer, al adulto y al niño. Sus libros, sus polémicas, sus viajes, incluso sus participaciones políticas y militares, parecen reducidos hoy a una serie de estrategias para desterrar la ignorancia. Según Sarmiento, ésta era antesala de la barbarie, la falta de cultura.
Sarmiento era consciente de la necesidad del pueblo en materia de instrucción. Había que enseñar a leer a las masas, antes de introducir programas de enseñanza demasiado especializados o proyectos culturales sofisticados. Así, pudo decir: “La educación más arriba de la instrucción primaria la desprecio como medio de civilización. Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Todos los pueblos han tenido siempre doctores y sabios, sin ser civilizados. Por eso son las escuelas la base de la civilización”.
Estas ideas las confirmó en adelante, hasta el final de sus días. Observó, además, que quienes pensaban en el progreso apoyaban a las universidades y, absurdamente, descuidaban la enseñanza primaria a la que llamó “educación popular”, “educación nacional” o, también “educación común”. Pero esta no era solo para la burguesía, Sarmiento fue fiel a la idea de la educación como un derecho del Pueblo y deber del Estado.
Debemos recordar el estado de la enseñanza en su época, solo Prusia y las ciudades del este y sur de Estados Unidos habían creado la democratización de la enseñanza como una obligación del gobierno y del pueblo. Las mujeres en Sudamérica tenían un rol mas bien pacifico, recluida en el hogar y dedicada exclusivamente a las labores domesticas. Sarmiento contribuyó en entregarle a la mujer un rol activo dentro de la educación, fundando a los veintiocho años el Colegio de Señoritas de Santa Rosa. Desde ese momento que la educación de la mujer fue de interés central para él. Nunca dejó de luchar para que las damas recibieran la misma educación que los varones. Por esto cuando asumió la Presidencia de Argentina en 1868 fue el responsable de la creación de Escuelas Normales de Maestras.
En 1829 se integro como teniente al ejercito del general José María Paz, pero la derrota de Chocón frente al caudillo riojano Facundo Quiroga lo Obligó a buscar refugio en Chile. Al llegar a Chile se empleó en diversos oficios anónimos, pero pronto sus artículos publicados en El Mercurio de Valparaíso le valieron el reconocimiento en los círculos intelectuales, especialmente en asuntos pedagógicos. La publicación de sus primeras obras literarias y la participación en polémicas con intelectuales de peso, como Andrés Bello, consolidaron su prestigio y le validaron la confianza del gobierno que le encomendó la creación de la Escuela Normal de Maestros, primera en América Latina. Entre 1845 y 1848 el Gobierno Chileno lo envió a Europa y Estados Unidos para estudiar y evaluar distintos posibles modelos de educación primaria para implantar en el país. Su acción en la profesión docente se complementa con la organización de cursos de vacaciones para maestros, que instituyo en Santiago en 1854, siendo su primer director.
Sarmiento elaboró una pedagogía política, de carácter social. La preocupación de Sarmiento por los problemas educativos, ciertamente, no podía quedar satisfecha con la difusión teórica de su doctrina pedagógica, por lo cual, uniendo el dicho al hecho, materializó las ideas en proyectos y obras de auténtico carácter social.
Las obras que dejó Sarmiento no se reducen a su producción literaria y periodística. Dejó innumerables obras públicas como el trazado de líneas férreas y la construcción de alrededor de 800 escuelas. Introdujo la enseñanza de un idioma, música y canto. Propuso la construcción del ferrocarril de San Fernando, la comunidad agrícola de Chivilcoy, cañerías de gas y el ensanchamiento de calles. Promovió el Primer Censo Nacional de 1869. Organizó al Ejército Nacional y a la Marina de Guerra. Durante su mandato aumentó más de tres veces la cantidad de jóvenes en las escuelas primarias. Organizó la Contaduría Nacional, el Registro Estadístico, el Boletín Oficial, el primer servicio de tranvías, el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico.
Similares fundamentos democráticos tiene la creación de las bibliotecas populares. Tampoco sería posible la educación sin bibliotecas. “La civilización en América está ahí —dijo— en ligar la escuela con el libro”. Por tal motivo crea bibliotecas populares ambulantes y jamás cede en esta obra.
Era necesario remediar, aunque fuese en parte, el abandono de los gobiernos anteriores en materia de educación. A este propósito respondió su acción en favor de las escuelas nocturnas para adultos y las escuelas para soldados. Igualmente, sus ideas sobre la obligación del Estado y de los propietarios de habilitar dos horas de la jornada de trabajo para que los peones y los obreros recibieran instrucción.
El proyecto de crear asilos maternales, organizaciones que había admirado en Francia, así como las cajas de ahorro escolar y las escuelas para deficientes y atrasados figuran también en su programa de política social.
Creó granjas escolares para la experimentación agrícola; promovió la investigación científica, con instituciones de jerarquía, tales como Academias, la Facultad de Ciencias Exactas y Físico Naturales en la Universidad de Córdoba y el Observatorio Astronómico en la misma ciudad, contratando los servicios de sabios estadounidenses y alemanes; propagó gabinetes y laboratorios con fines de renovación didáctica; estableció museos; creó el Colegio Militar y la Escuela Naval, estimulando la elevación cultural y técnica de las respectivas profesiones; asignó bienes para la fundación de seminarios conciliares
Sarmiento es responsable en gran medida de la oportunidad educacional, de la educación para todos, hoy solo falta cumplir con nuestro derecho de educarnos y obligar al estado a cumplir de mejor manera con su deber.
Fallece en Asunción del Paraguay, un 11 de septiembre de 1888. En 1947 la Conferencia Interamericana de Educación, reunida en Panamá, estableció como Día Panamericano del Maestro al 11 de septiembre en homenaje al fallecimiento de Sarmiento considerando que “ninguna fecha es más oportuna para celebrar el día del maestro que el 11 de septiembre, día en que pasó a la inmortalidad Domingo Faustino Sarmiento”.
“Es la escuela primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos”
Universidad de Concepción
Facultad de educación
Departamento de las ciencias de la educación
Pedagogía en Matemática y Computación
Principio de Educación I
Integrantes: Nicol Cruces Quijada
Karen Morales Letelier
“La escuela para todos; el colegio para los que pueden; la universidad para los que quieran”
Nace en San Juan, Argentina, un 15 de febrero de 1811. A través de su vida, Domingo Faustino Sarmiento, tal vez uno de los intelectuales latinoamericanos más importantes del siglo XIX, logró desarrollar plenamente sus vocaciones y convertirlas en realizaciones concretas. Su interés por los asuntos públicos lo condujo a la presidencia de su país, Argentina. Su preocupación por la educación del pueblo se expresó en decisivos aportes para la ampliación y el mejoramiento del sistema público de enseñanza en Chile y Argentina; y, como literato, escribió cincuenta y dos libros, entre ellos su obra más célebre, Facundo, que retrata fielmente la identidad de su patria y sus contradicciones.
Sarmiento no pudo tener una educación escolarizada, pero se propuso que esto no le sucediera a nadie más. Es por ello que educar fue su única ambición. Día a día, desde todos los ámbitos y lugares: desde el periodismo, desde el poder, desde el exilio, desde la literatura. Educar en Buenos Aires y en las provincias; en Chile y en Paraguay; educar sin discriminación por causa de raza, de sexo, de condición económica de rango social, de posición política o de creencia religiosa, es decir, educar al rico y al pobre, al hombre y a la mujer, al adulto y al niño. Sus libros, sus polémicas, sus viajes, incluso sus participaciones políticas y militares, parecen reducidos hoy a una serie de estrategias para desterrar la ignorancia. Según Sarmiento, ésta era antesala de la barbarie, la falta de cultura.
Sarmiento era consciente de la necesidad del pueblo en materia de instrucción. Había que enseñar a leer a las masas, antes de introducir programas de enseñanza demasiado especializados o proyectos culturales sofisticados. Así, pudo decir: “La educación más arriba de la instrucción primaria la desprecio como medio de civilización. Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Todos los pueblos han tenido siempre doctores y sabios, sin ser civilizados. Por eso son las escuelas la base de la civilización”.
Estas ideas las confirmó en adelante, hasta el final de sus días. Observó, además, que quienes pensaban en el progreso apoyaban a las universidades y, absurdamente, descuidaban la enseñanza primaria a la que llamó “educación popular”, “educación nacional” o, también “educación común”. Pero esta no era solo para la burguesía, Sarmiento fue fiel a la idea de la educación como un derecho del Pueblo y deber del Estado.
Debemos recordar el estado de la enseñanza en su época, solo Prusia y las ciudades del este y sur de Estados Unidos habían creado la democratización de la enseñanza como una obligación del gobierno y del pueblo. Las mujeres en Sudamérica tenían un rol mas bien pacifico, recluida en el hogar y dedicada exclusivamente a las labores domesticas. Sarmiento contribuyó en entregarle a la mujer un rol activo dentro de la educación, fundando a los veintiocho años el Colegio de Señoritas de Santa Rosa. Desde ese momento que la educación de la mujer fue de interés central para él. Nunca dejó de luchar para que las damas recibieran la misma educación que los varones. Por esto cuando asumió la Presidencia de Argentina en 1868 fue el responsable de la creación de Escuelas Normales de Maestras.
En 1829 se integro como teniente al ejercito del general José María Paz, pero la derrota de Chocón frente al caudillo riojano Facundo Quiroga lo Obligó a buscar refugio en Chile. Al llegar a Chile se empleó en diversos oficios anónimos, pero pronto sus artículos publicados en El Mercurio de Valparaíso le valieron el reconocimiento en los círculos intelectuales, especialmente en asuntos pedagógicos. La publicación de sus primeras obras literarias y la participación en polémicas con intelectuales de peso, como Andrés Bello, consolidaron su prestigio y le validaron la confianza del gobierno que le encomendó la creación de la Escuela Normal de Maestros, primera en América Latina. Entre 1845 y 1848 el Gobierno Chileno lo envió a Europa y Estados Unidos para estudiar y evaluar distintos posibles modelos de educación primaria para implantar en el país. Su acción en la profesión docente se complementa con la organización de cursos de vacaciones para maestros, que instituyo en Santiago en 1854, siendo su primer director.
Sarmiento elaboró una pedagogía política, de carácter social. La preocupación de Sarmiento por los problemas educativos, ciertamente, no podía quedar satisfecha con la difusión teórica de su doctrina pedagógica, por lo cual, uniendo el dicho al hecho, materializó las ideas en proyectos y obras de auténtico carácter social.
Las obras que dejó Sarmiento no se reducen a su producción literaria y periodística. Dejó innumerables obras públicas como el trazado de líneas férreas y la construcción de alrededor de 800 escuelas. Introdujo la enseñanza de un idioma, música y canto. Propuso la construcción del ferrocarril de San Fernando, la comunidad agrícola de Chivilcoy, cañerías de gas y el ensanchamiento de calles. Promovió el Primer Censo Nacional de 1869. Organizó al Ejército Nacional y a la Marina de Guerra. Durante su mandato aumentó más de tres veces la cantidad de jóvenes en las escuelas primarias. Organizó la Contaduría Nacional, el Registro Estadístico, el Boletín Oficial, el primer servicio de tranvías, el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico.
Similares fundamentos democráticos tiene la creación de las bibliotecas populares. Tampoco sería posible la educación sin bibliotecas. “La civilización en América está ahí —dijo— en ligar la escuela con el libro”. Por tal motivo crea bibliotecas populares ambulantes y jamás cede en esta obra.
Era necesario remediar, aunque fuese en parte, el abandono de los gobiernos anteriores en materia de educación. A este propósito respondió su acción en favor de las escuelas nocturnas para adultos y las escuelas para soldados. Igualmente, sus ideas sobre la obligación del Estado y de los propietarios de habilitar dos horas de la jornada de trabajo para que los peones y los obreros recibieran instrucción.
El proyecto de crear asilos maternales, organizaciones que había admirado en Francia, así como las cajas de ahorro escolar y las escuelas para deficientes y atrasados figuran también en su programa de política social.
Creó granjas escolares para la experimentación agrícola; promovió la investigación científica, con instituciones de jerarquía, tales como Academias, la Facultad de Ciencias Exactas y Físico Naturales en la Universidad de Córdoba y el Observatorio Astronómico en la misma ciudad, contratando los servicios de sabios estadounidenses y alemanes; propagó gabinetes y laboratorios con fines de renovación didáctica; estableció museos; creó el Colegio Militar y la Escuela Naval, estimulando la elevación cultural y técnica de las respectivas profesiones; asignó bienes para la fundación de seminarios conciliares
Sarmiento es responsable en gran medida de la oportunidad educacional, de la educación para todos, hoy solo falta cumplir con nuestro derecho de educarnos y obligar al estado a cumplir de mejor manera con su deber.
Fallece en Asunción del Paraguay, un 11 de septiembre de 1888. En 1947 la Conferencia Interamericana de Educación, reunida en Panamá, estableció como Día Panamericano del Maestro al 11 de septiembre en homenaje al fallecimiento de Sarmiento considerando que “ninguna fecha es más oportuna para celebrar el día del maestro que el 11 de septiembre, día en que pasó a la inmortalidad Domingo Faustino Sarmiento”.
“Es la escuela primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos”
Universidad de Concepción
Facultad de educación
Departamento de las ciencias de la educación
Pedagogía en Matemática y Computación
Principio de Educación I
Integrantes: Nicol Cruces Quijada
Karen Morales Letelier
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